Portada del libro de Octavio Paz

sábado, 11 de mayo de 2013


El arte de la fuga ¿una autobiografía literaria?

El arte de la fuga, algo así como una autobiografía literaria, escrita por Sergio Pitol, se encuentra justo en el punto medio de la biografía novelada y la biografía erudita, según Paul Kendall en The Art of Biography. Ese punto medio es el de la “verdadera escritura biográfica”, sin embargo, hablar del relato de una vida es pensar sobre la memoria, ya que el relato de una vida humana se hace a partir de los materiales disponibles sobre ella y uno de esos materiales es la memoria.
Sergio Pitol vuelca la mirada hacia sus recuerdos para escribir El arte de la fuga y quizás revisa sus cartas y algún par de objetos que le remonten a aquellos años que marcan su formación en el ámbito de las letras y del arte en general, en esta línea sería pertinente preguntar ¿qué de esa memoria es un recuerdo legal o un recuerdo inventado?
La biografía novelada es aquella para la cual es más importante el estilo narrativo que la veracidad del relato, en el cual es totalmente posible simular una historia de vida (verídica), sin considerar documentos que la sustenten, si es que se llegan a tener, dicho de otra manera, el problema teórico que presenta la metodología de la biografía o autobiografía novelada es el de la desconfianza hacia los acontecimientos narrados. Por su parte la biografía erudita es aquella que se construye a partir de todos los datos y documentos obtenidos sobre el biografiado o el autobiografiado, esta podría ser la más confiable, sin embargo, según Paul Kendall, aquellos datos y documentos no se encuentran bien integrados a una narración, por lo cual denota la debilidad del sistema positivista al tener cierta adoración únicamente por los documentos, dejando que el lector sea el único responsable de su interpretación.
Ciertamente, hay pasajes que son retomados del diario escrito en la época, pero y aquellas anécdotas que él cree recordar, ¿podrían ser inventadas? ¿qué importancia puede tener esto para un lector que entre anécdota y recuerdo encuentra frases como, palabras más, palabras menos: “escribir es intensificar la vida”. Si los recuerdos son inventados o no, lo trascendente es la reflexión que florece de cada uno de ellos, al menos en El arte de la fuga. Si las historias pudieran ser inventadas o no, lo importante es lo que develan. Por ejemplo, en torno a la reflexión del acto de escribir hay una parte que con exquisita sencillez confiesa que al releer su escritura pasada, de joven, de iniciado le “saltaba a la vista un tono modosito, de falsa virtud; irreconciliable con mi relación con la literatura, que ha sido visceral, excesiva y aun salvaje. Sentía emanar del texto una imploración de perdón por el hecho de escribir y publicar lo que escribía. Eran páginas de inmensa hipocresía. El quehacer del escritor aparecía como una actividad de tercera clase. (…) Lo que encontraba aberrante era la máscara de escolar virtuoso en que me ocultaba, el elogio al medio tono, el mustio balbuceo del fariseo” (1996:17,18).
Me parece prudente y pertinente mencionar que este tipo de comentarios hacen que el lector que tiene el gusto por la escritura vuelque su mirada sobre su yo escritor y se reconozca o no en la circunstancia narrada. La importancia del reconocimiento, de verse reflejado en otro espejo, siempre será la puerta de acceso hacia una transformación del propio arte de crear, transformación que es ineludible para todo creador. Lo curioso, importante y gratificante es que dicha evolución no es un acto que se exija o quiera exigirse el creador, al menos no como una constante. El progreso del creador en el inacabable espiral será paralelo a sus propias circunstancias de vida, a su propia experiencia poética y a los medios que se encuentren o no a su alcance. Son las reflexiones que se agradecen de una autobiografía literaria, aunque no se pueda comprobar qué tanto es una autobiografía novelada o erudita, en los términos de Paul Kendall.
En el caso de El arte de la fuga estamos ante una autobiografía única por reconstruir el camino de vida literaria que ha tenido el escritor mexicano Sergio Pitol, sin embargo, ¿cómo se podría distinguir de la biografía o autobiografía novelada? ¿dónde se encuentra el límite entre una y otra? ¿es posible que el autobiografiado no se salga de las fronteras de lo verdadero hacia los lugares de los recuerdos inventados respaldados únicamente por la memoria? Y si es así ¿qué importa?
La doctora Anna Caballé el valor de la biografía depende de dos aspectos. Por un lado, el grado de veracidad y de su eficacia narrativa. Al tomar en cuenta que la historia de una vida humana es el retrato de un individuo en particular, si la historia es falsa o ficticia se puede decir que el lector se encuentra ante el retrato de “nada”, de lago que no existe. Me parece que este sería el único aspecto al que se le podría dar el beneficio a El arte de la fuga, sin embargo, se trata de un beneficio que ni siquiera merece, porque quizás la parte ficticia no está condicionada por la necesidad de modificar la versión de un acontecimiento, sino por la memoria, un aspecto casi incontrolable del hombre.  El otro aspecto es el de su eficacia narrativa, en este sentido, parece que no se le puede hacer ningún reparo a El arte de la fuga, pues a pesar del recurso de la analepsis y prolepsis, la autobiografía literaria de Sergio Pitol se puede leer casi como echarse de una resbaladilla sin atajos en el resbalar.
Según Anna Caballé uno de los “nuevos” aportes de la biografía, exigido por la postmodernidad y por el lector mismo, es el de agregar a la vida de un hombre respuestas al por qué hizo tal o cual creación y por qué vivió lo que vivió. Es decir, la biografía postmoderna “se plantea la necesidad de recuperar los procesos mentales y emocionales del individuo. Suturar, en la medida de lo posible, las fractura entre los actos, la conciencia y la subconciencia”. Se trata de un juego, en el que el análisis, la reflexión y la interpretación se unen para proporcionar explicaciones al lector, proceso o juego que Sergio Pitol lleva a cabo desde las primeras páginas de El arte de la fuga.
Vemos, así, que no es posible determinar su grado de ficción, aunque el lector lo pueda percibir como mínimo y no  merezca recibir el beneficio de la duda, por lo que no es una autobiografía novelada, aunque quizás tampoco una biografía erúdita, puesto que, quizás, su único documento sea la memoria, lugar de la mente del cual el hombre no tiene el control. Se encuentra en medio de las dos, procurando una auténtica autobiografía con el fin de trazar la trayectoria literaria, con el aporte más importante de la bio en la postmodernidad, la aportación de respuestas al por qué. Sergio Pitol devela la manera literaria de vivir de un escritor y con ella, reflexiones sumamente valiosas que trascienden en la mente y proceso de creación del lector.

jueves, 9 de mayo de 2013

Intención de La estatua de sal de Salvador Novo



La Intención de Salvador Novo de escribir la autobiografía: es principalmente develar la homosexualidad en México, desde el porfiriato y la revolución hasta los años cuarenta, década en la que se publica La estatua de sal. Dicha develación viene acompañada de una intención literaria, de un juego literario en el que, a través de los recursos retóricos, principalmente la hipérbole y la ironía, se busca retratar el homosexualismo en los periodos ya mencionados.
Antes y después de la revolución, periodo plagado de hombres bragados que cargaban pistola, la homosexualidad es reprobada por la sociedad por no responder a los valores que se habían instaurado a través del catolicismo. Además de los valores difundidos por el catolicismo se encuentra entre la sociedad el pensamiento machista, es decir, cumplir con un estereotipo de hombre que es opuesto, totalmente, al estereotipo de la mujer. Por un lado se tiene el estereotipo del hombre o macho de vestimenta varonil, de voz fuerte, valiente –un hombre no llora-, mujeriego, casi un semental; y por el otro, el estereotipo de la mujer débil, que llora, que debe ser protegida.
Hay que tener en cuenta que Novo fue educado en una época en la que, en la ciudad de México, el esnobismo francés regia el comportamiento de la sociedad, pero el homosexualismo o el afeminamiento de los hombres seguía siendo motivo de rechazo y razón por la cual los homosexuales de aquellas épocas se escondían para poder cumplir su placer sexual y mantenían una postura pública de hombres. Por lo tanto, el homosexualismo era una manifestación marginada, de tipo privada, algo que se debía esconder y mantener en secreto, buscando siempre formas de disimular la tendencia sexual. Salvador Novo, al escribir la autobiografía, suponemos, sabía del escándalo que ésta podría causar si algún día el texto se publicaba. No se sabe si sabía o creía que sería atacado o si sería protegido por la crítica, sin embargo, leemos en el prólogo del texto los comentarios del escritor Carlos Monsiváis en el que, a través de una crítica, busca protegerlo, con comentarios que aluden a la posición dentro de la autobiografía dentro, por ejemplo “lo marginal en el centro”. De alguna manera, se trata de la aceptación y apoyo a la figura homosexual del escritor Salvador Novo, quien por ser excéntrico (homosexual) no dejó de estar en el centro.
 Estatua de sal homologa lo real con lo ficticio, por lo cual permite hacer una crítica social encarnada en el papel del autor. Es el autor quien representa a una minoría y tienen derecho de representar una particularidad y ser considerado como parte de una literatura. Por supuesto, todos los escritores que tengan una obra justificada con recursos literarios, tienen el derecho de ser aceptados y reconocidos por la crítica. Sin embargo, en Salvador Novo sucede algo especial. No se trataba de un escritor homosexual sin renombre que devela aspectos homosexuales de la vida cotidiana, sino todo lo contrario, Salvador Novo es un escritor con tendencias homosexuales que forma parte del centro de la institución literaria y como parte de tal centro, su derecho es reconocido y respetado. Su intención es la realización literaria de un tema tabú para develar y causar escándalo o controversia desde una posición cómoda (central) dentro del campo literario.

lunes, 15 de abril de 2013

Falsas notas biográficas de Mario Santiago Papasquiaro


Etnográfico no participativo
Mario Santiago Papasquiaro: el poeta negado
Mario Santigo Papasquiaro me fue presentado mientras leía Los detectives salvajes, ignorando que estaba leyendo parte de la biografía de este poeta mexicano que me era absolutamente ajeno y desconocido. Me atrevo a decir que leí parte de su biografía ya que en un breve texto titulado “Acerca de Los detectives salvajes”, Roberto Bolaño escribe que dicha novela “es una transcripción más o menos fiel, de un segmento de la vida del poeta mexicano Mario Santiago (…)” (2004:327). Y es que con esta novela Roberto Bolaño trae al movimiento infrarealista a un primer plano, y no precisamente por lo que fue el movimiento, sino por la manera en la que lo narra. Sin embargo, es a partir de la publicación de la novela y de la premiación del Herralde de novela y del Rómulo Gallegos que la crítica literaria vuelve sus ojos al infrarealismo y al estridentismo, y con ello, a uno de los personajes más controversiales del movimiento infra, Mario Santiago Papasquiaro.
Pocos habían sido los días después de que terminé de leer los detectives, cuando emprendí una búsqueda cibernética sobre Mario Santiago y sobre el infrarrealismo y me encontré con un poema que por extrañas razones jamás podré olvidar. Entre otros versos, “VISIÓN EN EL SINAÍ” dice:
El vagabundo-ojos de agua / pasó por aquí
& parecía 1 de esos rayos que escribían sin necesidad de olivettis-letteras & sin lápices
palabras capaces de dar cuerda al músculo azul de los patriarcas & sus pueblos
El vagabundo de lengua extrañísima
el cantador de cucurrucucús & ayayays
-al que seguían como mancha de petróleo
los paracaidistas  los radares israelíes
El de las mejillas de cactus
el de los cigarros trepadores
el bebedor de los escalofríos
el explorador de  labios submarinos
el que se llevaba de salaam aleko
hasta con el seco vozarrón de las palmeras
El de la calaverita sonriente
grabada a punta de arañazos
en el hueso-vida perpetua de su mochila de viaje
Él/ que besaba la rarísima llegada de las lluvias
& se abría como sólo la tierra pocas veces
& se abría / como si en ese momento todos nos fuéramos a morir

Días más tarde, después de haber leído el poema, asistí a la librería a buscar algo de Mario Santiago Papasquiaro y me encontré con una antología poética titulada Jeta de Santo que abarcaba poemas de 1974 a 1997. En una suerte de prólogo que antecede la antología de poemas, Mario Raúl Guzmán no menciona casi nada sobre la biografía del poeta, incluyendo su fecha de nacimiento (1953) y el año en que murió (1998), más confirma rumores cibernéticos y la propuesta de Los detectives… Mario Santiago Papasquiaro era un poeta negado, un poeta más negado en la historia de la literatura mexicana. Sin embargo, la sentencia de Mario Raúl Guzmán apunta indirectamente a un tema de injusticia desde que escribe
(…) un personaje y una equívoca anecdótica han proliferado en torno suyo hasta dificultar el conocimiento de sus batallas con el lenguaje y la valoración de su pleito paralelo –aquel que libró (iracundo algunas veces, casi siempre cáustico) contra caciques y coroneles de la poesía delicuescente. Nada en él convidaba a la molicie. Su manía de execrar a escritores “consagrados”, apedrearles sus casas llenas de metáforas más inanes que la más caduca de las vanguardias y pintarrajearles las paredes hechas con las obras completas de Octavio Paz, dio la coartada perfecta a quienes decretaron su inexistencia. Que su malditismo les resultara repulsivo es comprensible en tratándose de gentes que hacían carrera a la sombra dispendiosa de un régimen como el priista; pero negar a un poeta es otra cosa… (Guzmán; 2008:16).
Ésta última frase se podría transformar así: negar a un poeta es una injusticia. Líneas más adelante, Mario Raúl Guzmán menciona que dicha antología es una respuesta al ocultamiento del poeta por parte de la crítica, es una respuesta a aquellos que en las alcantarillas Mario Santiago era sólo un “borracho calamitoso o drogo rey de lumpenes”, y es una respuesta a quienes tratan de mitificar su trayectoria. Con esto último podría estarse refiriendo a Los detectives salvajes pues comenta “El chileno autor de Montón de estrellas fracasadas atesoró una imagen de su amigo mexicano y promovió por arriba la mitificación que otros han proseguido por abajo. Al posicionar su antología y su crítica como algo que está en medio, es evidente que Mario Raúl Guzmán lo único que está buscando es hacer justicia, colocar a Mario Santiago Papasquiaro en el punto medio de la balanza.
Roberto Bolaño es quizás uno de los escritores que más ha hecho justicia a Mario Santiago Papasquiaro y quien ha “rescatado” parte itinerante de su vida poética, por él sabemos que el negado poeta mexicano de los años setenta, ochenta y noventa fue el fundador de la revista y del grupo Zarazo y posteriormente uno de los iniciadores del Movimiento Infrarrealista. Su formación poética estuvo acompañada de oficios que pareciera que poco tienen que ver con la poesía, como ser vagabundo en París, lavaplatos en Barcelona, recolector de fruta en Lérida, pescador de Port-Vendres, preso político en Viena, de donde fue expulsado con la sentencia orwelliana de no volver hasta 1984 (Guzmán; 2008:17). Tras la expulsión de Vienna, volvió a México donde continuó escribiendo poemas que nadie quería publicar y que posiblemente, señala Roberto Bolaño, “están entre los mejores de la poesía mexicana de finales del siglo XX”. Su poética vida también está reducida así: “tuvo accidentes, y viajó, y se enamoró, y tuvo hijos, y vivió una vida buena o mala, una vida en todo caso en los extramuros del poder mexicano, y en 1998 un automóvil lo atropelló en circunstancias oscuras, un coche que se dio a la fuga mientras Mario se daba a la muerte, tirado y solo en una calle nocturna de uno de los barrios periféricos de México Distrito Federal” (Bolaño; 2004; 42)
Además, para Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro era un lector insaciable, poseedor de una vasta cultura sin ser, al mismo tiempo, rata de biblioteca (Guzmán; 2008:17). Es interesante que Roberto Bolaño subraye el conocimiento amplio que Mario Santiago tenía de la cultura y la literatura (el único poeta mexicano que hizo una lectura lucida de Nicanor Parra), sin interesarle nunca comportarse como rata de biblioteca y que aún así haya sido un poeta negado por el dominante canon literario (2004:92), la pregunta sigue siendo ¿Por qué?
*

 Entrevista emancipatoria
El poeta del delirio

De lejos la calle no se miraba sucia, caminé hasta encontrar el arco indicado, una suerte de acueducto cubierto con sábanas o cartones, en el tercero me detuve y dije Papasquiaro o José Alfredo Jímenez tiene visita. Con su voz ronca y un tanto violenta salió a recibirme, vestido con una playera negra de los doors y con el tabaco en el hocico. “Ateo hasta los huesos, existencialista hasta la madre, aunque nací el 25 de diciembre de 1953, el mismo año en que murió Stalin”, tiró la colilla del tabaco que había fumado hasta consumirse parte de sus índice y pulgar. A él lo único que le importaba era la poesía por encima de la poesía y de la vida. Sus padres no eran esos tales Zendejas y Pineda, sino Revueltas y Flores Magón, el primero por los hermanos Efraín y José y el segundo por los revolucionarios anarquistas, se declaraba así Poeta y Anarquista. Olía mal, se veía bastante desaliñado, pobre y recitó a Rimbaud en francés. Yo iba a su lado, pero sentía como que nos separaba un abismo y al mismo tiempo me le acercaba como buscando las cicatrices de su rostro y cuerpo, sí, se veía marginado, pero había algo en él capaz de hechizarte. En la caminata mencionó que “la hegemonía cultural en México era puro vómito” y que la poesía seguía separada de la vida, su caso era lo contrario, “yo vivo para escribir poesía, poemas de verdad, de esto, de la realidad, aunque mis poemas sean una mierda”, lo decía y no se escuchaba pretensioso, había convicción, acierto. Repetía como catárticamente “si he de vivir que sea sin timón y en el delirio”, unos versos que después serían el epígrafe de La pista de hielo, la novela de Roberto Bolaño en la cual se pinta algo parecido a Mario Santiago Papasquiaro.  Y a eso se reduce su vida, a un instante sin timón y en el delirio. No habló del infrarrealismo, ni de sus múltiples viajes como un fantasma en el extranjero, ni de qué vivía, su vida era la poesía y nada más que la poesía. “Podré no comer, pero no dejar de robarme unos poemas de la librería francesa”.



Etnográfico participativo
Papasquiaro en la mira
      Zendejas Pineda datos irrestreables en la vida del poeta Mario Santiago Papasquiaro, a quienes sus padres nombrarían José Alfredo, pero él cambiaría su nombre en honor al pueblo en donde nacieron los hermanos José y Fermín Revueltas, en Durango y en honor al mismo José Alfredo Jímenez puesto que creía que José Alfredo sólo había uno, el rey. Curioso, su primer recital lo hizo en el año de 1953, mismo en el que murió la voz ranchera de México.  Veinte años más tarde fundaría el movimiento infrarrealista junto con Roberto Bolaño. El infrarrealismo tenía una dirección que dejaba ver de manera transparente la posición de ambos poetas en el campo literario, una posición subversiva sin alianzas con el stablishment, sino por el contrario, con altos deseos de anularlos. “Volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial” declararía en el Manifiesto Infra. En definitiva, se trata de una frase que, aun terminado el movimiento, Mario Santiago llevó consigo durante el resto de su poética-vida, su obra es su retrato y su biografía, Consejos de un díscipulo de Morrison a un fanático de Joyce es muestra de uno de sus múltiples retratos
El mundo se te da en fragmentos / en astillas:
de un rostro melancólico vislumbras una pincelada del Durero
de alguien feliz su mueca de payaso aficionado
de un árbol: el tembladero de pájaros sorbiéndole la nuca
de un verano en llamas atrapas pedazos de universo
         lamiéndose la cara (…)
Un poeta al que el mundo se le daba en astillas y por el que nunca dejo de caminar, escribir poesía y caminar, caminar, caminar. La faceta del infrarrealismo  no duró tanto (1974-1976), aunque su poética nunca dejó de ser subversiva. Después de que el infrarrealismo se terminara como movimiento neo-vanguardista, Mario Santiago Papasquiaro se dedicó a viajar por el mundo astillado, Tel-a-viv, Perú, Barcelona, Viena, mendigando unas veces, otras trabajando  siempre escribiendo poesía, en los bordes de los libros, en papeles sueltos que después eran encontrados arrugados como basura.
El 10 de enero de 1998 murió a causa del atropello de un coche que se dio a la fuga. Murió y no murió. Su cuerpo desapareció pero su obra salto a un nivel que se aleja del infra. Ese mismo año, la publicación de Los detectives salvajes obligaría a la crítica literaria a voltear la mirada a la creación underground del movimiento infrarrealista y la obra de Mario Santiago comenzaría a ser revisada por expertos, quienes harían  declaraciones como la de Juan Villoro:

Estamos ante un poeta de dimensiones incalculables. Yo leí textos luminosos suyos, así como pésimos, pero Mario renunció a cualquier sentido de autocrítica porque era parte de su rebeldía. Creo también que como toda gente que se sintió marginada en un momento continuó en una fuga hacia adelante que dijo "Si me marginan porque escribo cosas intolerables, entonces las haré mas intolerables", entonces había en él siempre un sentido de la provocación (...) siempre andaba cargado de papeles y él te hacía leerlos en voz alta y opinar. Si lo elogiabas te insultaba, si te ponías de su parte te insultaba y te tomaba como un tipo blandengue y sin crítica. Él era el testigo más incómodo de su propia poesía. Hay poesía de él de altísimo nivel".

          En suma, la poética o vida de Mario Santiago Papasquiaro es la provocación, lo intolerable y el delirio como métodos de creación, un poeta o una poesía de altísimo nivel, como apunta Juan Villoro, pero aún irreconocible en el stablishment de la literatura mexicana.

Ficción no participativa
Poeta sin límites
Poeta sin límites. Mario Santiago Papasquiaro murió atropellado y nadie sabe por quién, vivió en la marginalidad y todos señalan al stablishment de la literatura mexicana. Su poesía tan pura como no su vida, él único poeta que nunca copió a nadie y que tenía una enorme formación de poesía de manera autodidacta, él único que nunca traicionó a la periferia, porque no quería estar en el centro, pero que nunca dejó de señalar que Octavio Paz era su gran enemigo. En un recital de poesía en la casa del Lago, en donde se encontraba Paz leyendo, a lo mejor, Mariposa de obsidiana o Mi vida con la ola, Mario Santiago Papasquiaro y los demás infrarrealistas se levantaron para gritar “Octavio Paz es un idiota”, así eran ellos, rebeldes, escandalosos, transgresores, neo vanguardistas.
Mario Santiago había nacido en una clínica que ya no existe y que se encontraba dentro de la delegación Mixcoac en el Distrito Federal. Nació en el seno de una familia pobre, su madre una barrendera de las calles del barrio de Tlanepantla y su padre un albañil que como de costumbre del oficio bebía 4 días a la semana y los demás trabajaba. Todo de habladas y de escuchadas, dicen que creció en la miseria, asistió a los primero años de la educación básica, en donde aprendió a leer y a escribir, lo único que necesitaba para volcar su vida en la poesía. No asistir a la escuela no fue un impedimento para que a los quince se acercara a sus primeros talleres de poesía en la casa de cultura de su delegación, poco a poco Papasquiaro se alejaba de la periferia, a los dieciocho entró a un taller de poesía en el centro de la ciudad impartido por Efraín Huerta. Empezaba así a acercarse al centro del stablishment literario, sin nunca querer pertenecer a él. Ahí conoció a Roberto Bolaño quien recién había llegado de Chile junto con toda su familia a causa del asma de su madre. Y en ese recorrido que hacen todos los poetas de la ciudad de México, llegaron al taller de poesía coloquial de la Casa del Lago. Para 1973 Mario Santiago Papasquiaro tendría su primer recital de poesía colectivo. Una año más tarde escribiría el manifiesto infrarrealista y fundarían el movimiento él, José Vicente Anaya y Roberto Bolaño. Viajaron juntos por las calles de la ciudad de México, caminaron hasta no cansarse, vendieron marihuana para la publicación de la revista del movimiento “Los asesinos de Angelica Marìa”, donde publicaban sus poemas y los de otros poetas poco conocidos. Pero el aguerrido infrarrealismo se acabaría en el año de 1976 cuando Papasquiaro y Bolaño decidieron salir del país y continuar cada quien por su rumbo, eran ellos los que sostenían al grupo. El poemario Aullido del cisne y 11 muchachos desnudos al final del arcoíris plasmarían esta etapa bastante controvertida de Mario Santiago. Su fortuna siempre fue una cajetilla de cigarrillos, un buen paquete de marihuana y algún libro robado o prestado, sus papelitos arrugados y llenos de palabras, pocas veces trabajó. Ser diller no era trabajo. Mientras comerciaba marihuana comerciaba también sus poemarios o revistas en donde había sido publicado y de las cuales se le pagaba con un par de ejemplares que él podía vender o regalar. Escribió y leyó de noche, en la ducha, de madrugada, caminando; se entregó a la poesía como quien se avienta al mar para ahogarse, como quien sabe que no hay más remedio que entregarse enteramente a eso que se ha elegido, él eligió la poesía y su ignorada jeta de santo no se olvida.

domingo, 24 de febrero de 2013

Mario Santiago Papasquiaro: el poeta negado


Mario Santigo Papasquiaro me fue presentado mientras leía Los detectives salvajes, ignorando que estaba leyendo parte de la biografía de este poeta mexicano que me era absolutamente ajeno y desconocido. Me atrevo a decir que leí parte de su biografía ya que en un breve texto titulado “Acerca de Los detectives salvajes”, Roberto Bolaño escribe que dicha novela “es una transcripción más o menos fiel, de un segmento de la vida del poeta mexicano Mario Santiago (…)” (2004:327). Y es que con esta novela Roberto Bolaño trae al movimiento infrarealista a un primer plano, y no precisamente por lo que fue el movimiento, sino por la manera en la que lo narra. Sin embargo, es a partir de la publicación de la novela y de la premiación del Herralde de novela y del Rómulo Gallegos que la crítica literaria vuelve sus ojos al infrarealismo y al estridentismo, y con ello, a uno de los personajes más controversiales del movimiento infra, Mario Santiago Papasquiaro.
Pocos habían sido los días después de que terminé de leer los detectives, cuando emprendí una búsqueda cibernética sobre Mario Santiago y sobre el infrarrealismo y me encontré con un poema que por extrañas razones jamás podré olvidar. Entre otros versos, “VISIÓN EN EL SINAÍ” dice:
El vagabundo-ojos de agua / pasó por aquí
& parecía 1 de esos rayos que escribían sin necesidad de olivettis-letteras & sin lápices
palabras capaces de dar cuerda al músculo azul de los patriarcas & sus pueblos
El vagabundo de lengua extrañísima
el cantador de cucurrucucús & ayayays
-al que seguían como mancha de petróleo
los paracaidistas  los radares israelíes
El de las mejillas de cactus
el de los cigarros trepadores
el bebedor de los escalofríos
el explorador de  labios submarinos
el que se llevaba de salaam aleko
hasta con el seco vozarrón de las palmeras
El de la calaverita sonriente
grabada a punta de arañazos
en el hueso-vida perpetua de su mochila de viaje
Él/ que besaba la rarísima llegada de las lluvias
& se abría como sólo la tierra pocas veces
& se abría / como si en ese momento todos nos fuéramos a morir

Días más tarde, después de haber leído el poema, asistí a la librería a buscar algo de Mario Santiago Papasquiaro y me encontré con una antología poética titulada Jeta de Santo que abarcaba poemas de 1974 a 1997. En una suerte de prólogo que antecede la antología de poemas, Mario Raúl Guzmán no menciona casi nada sobre la biografía del poeta, incluyendo su fecha de nacimiento (1953) y el año en que murió (1998), más confirma rumores cibernéticos y la propuesta de Los detectives… Mario Santiago Papasquiaro era un poeta negado, un poeta más negado en la historia de la literatura mexicana. Sin embargo, la sentencia de Mario Raúl Guzmán apunta indirectamente a un tema de injusticia desde que escribe
(…) un personaje y una equívoca anecdótica han proliferado en torno suyo hasta dificultar el conocimiento de sus batallas con el lenguaje y la valoración de su pleito paralelo –aquel que libró (iracundo algunas veces, casi siempre cáustico) contra caciques y coroneles de la poesía delicuescente. Nada en él convidaba a la molicie. Su manía de execrar a escritores “consagrados”, apedrearles sus casas llenas de metáforas más inanes que la más caduca de las vanguardias y pintarrajearles las paredes hechas con las obras completas de Octavio Paz, dio la coartada perfecta a quienes decretaron su inexistencia. Que su malditismo les resultara repulsivo es comprensible en tratándose de gentes que hacían carrera a la sombra dispendiosa de un régimen como el priista; pero negar a un poeta es otra cosa… (Guzmán; 2008:16).
Ésta última frase se podría transformar así: negar a un poeta es una injusticia. Líneas más adelante, Mario Raúl Guzmán menciona que dicha antología es una respuesta al ocultamiento del poeta por parte de la crítica, es una respuesta a aquellos que en las alcantarillas Mario Santiago era sólo un “borracho calamitoso o drogo rey de lumpenes”, y es una respuesta a quienes tratan de mitificar su trayectoria. Con esto último podría estarse refiriendo a Los detectives salvajes pues comenta “El chileno autor de Montón de estrellas fracasadas atesoró una imagen de su amigo mexicano y promovió por arriba la mitificación que otros han proseguido por abajo. Al posicionar su antología y su crítica como algo que está en medio, es evidente que Mario Raúl Guzmán lo único que está buscando es hacer justicia, colocar a Mario Santiago Papasquiaro en el punto medio de la balanza.
Roberto Bolaño es quizás uno de los escritores que más ha hecho justicia a Mario Santiago Papasquiaro y quien ha “rescatado” parte itinerante de su vida poética, por él sabemos que el negado poeta mexicano de los años setenta, ochenta y noventa fue el fundador de la revista y del grupo Zarazo y posteriormente uno de los iniciadores del Movimiento Infrarrealista. Su formación poética estuvo acompañada de oficios que pareciera que poco tienen que ver con la poesía, como ser vagabundo en París, lavaplatos en Barcelona, recolector de fruta en Lérida, pescador de Port-Vendres, preso político en Viena, de donde fue expulsado con la sentencia orwelliana de no volver hasta 1984 (Guzmán; 2008:17). Tras la expulsión de Vienna, volvió a México donde continuó escribiendo poemas que nadie quería publicar y que posiblemente, señala Roberto Bolaño, “están entre los mejores de la poesía mexicana de finales del siglo XX”. Su poética vida también está reducida así: “tuvo accidentes, y viajó, y se enamoró, y tuvo hijos, y vivió una vida buena o mala, una vida en todo caso en los extramuros del poder mexicano, y en 1998 un automóvil lo atropelló en circunstancias oscuras, un coche que se dio a la fuga mientras Mario se daba a la muerte, tirado y solo en una calle nocturna de uno de los barrios periféricos de México Distrito Federal” (Bolaño; 2004; 42)
Además, para Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro era un lector insaciable, poseedor de una vasta cultura sin ser, al mismo tiempo, rata de biblioteca (Guzmán; 2008:17). Es interesante que Roberto Bolaño subraye el conocimiento amplio que Mario Santiago tenía de la cultura y la literatura (el único poeta mexicano que hizo una lectura lucida de Nicanor Parra), sin interesarle nunca comportarse como rata de biblioteca y que aún así haya sido un poeta negado por el dominante canon literario (2004:92), la pregunta sigue siendo ¿Por qué? 

lunes, 18 de febrero de 2013

¿Qué es la crítica biográfica?

La crítica biográfica es el estudio de la vida de un personaje en la que se desarrolla, a través de un hilo narrativo, una trama, una teoría y una metodología que ayuden a desentrañar y a justificar la hipótesis del biógrafo. 
La Australian National University ofrece un master dedicado a la biografía. En dicha maestría el estudiante se prepara para la creación de un proyecto biográfico con materias como biografía y sociedad, escritura biográfica, lectura y escritura de la historia, Historia y teoría, historias de vida, memoria oral, historias digitales
Para la ANU la Biografía nos permite explorar algunas de las preguntas más fascinantes de la existencia humana.¿Cómo llegamos a ser quienes somos? ¿Cuál es la esencia de una vida? ¿Cómo son las narraciones de  vida según la cultura, clase o género?  El trabajo biográfico nos ayuda a comprender nuestra historia en nuevas formas, y puede echar luz sobre los reinos de todo cambio político y social. Los enfoques biográficos son cada vez más populares en una amplia gama de campos, desde la historia a la política y al arte.